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¿Taxonomía social?

taxonomía social, RSC

La toma de conciencia social por parte de las organizaciones, ya sean privadas o públicas, es un hecho. La capacidad de las empresas para generar un impacto positivo en la sociedad es cada vez mayor, por lo que es necesario analizar e integrar en sus estrategias de inversión el aspecto social.

El pasado mes de febrero, la Comisión Europea publicó el Reporte Final de Taxonomía Social, marco en el que se muestra el modo de canalizar las inversiones privadas hacia la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

El propósito de la taxonomía social es dirigir los flujos de capital a entidades y actividades que operan con respeto a los derechos humanos, apoyando las inversiones que mejoran nuestras condiciones de vida. Las de todos. 

Para ello se establecen dos dimensiones: vertical y horizontal. La primera se dirige a la promoción de niveles de vida adecuados, mejorando la accesibilidad de los productos y servicios básicos. La segunda, a promover impactos positivos y evitar en la medida de lo posible los negativos para los determinados grupos de interés. 

Así, en su dimensión vertical se definen los objetivos sociales a conseguir, cómo alcanzarlos salvaguardando siempre la vertiente ambiental sin interferir de modo negativo en la consecución del resto de fines. Y en la horizontal, debe garantizarse un trabajo digno, acorde a los intereses de los consumidores, haciendo posible las comunidades inclusivas y por supuesto, sostenibles. Objetivos sociales indispensables.

Amplio es el marco normativo internacional, destacando la Carta Internacional de Derechos Humanos, la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo sobre los Derechos Fundamentales y los Principios en el Trabajo, los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los Derechos Humanos y las Directrices de la OCDE para las Empresas Multinacionales.

Una normativa imparable a la que las empresas y distintas entidades deben ir adaptándose ya que el cambo de paradigma es imparable. El respeto a las cuestiones sociales es una variable fija de futuro. 

Una economía social e inclusiva para no olvidar a nadie, para no dejarlo atrás, donde el Tercer Sector sigue teniendo mucho que decir y aportar. Brecha salarial, de género o el cuidado del trabajador son cuestiones encima de la mesa y de la que no se moverán. Aspectos todos ellos ampliables a todos los eslabones, como productores o proveedores.

Las empresas deben tomar conciencia de ello cuanto antes si quieren seguir siendo competitivos y atractivos tanto para inversores como consumidores. Y no es algo de lo que preocuparse a largo plazo. 

Es un hecho.

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El AUTOR
Columbares

A lo largo de nuestros más de treinta años trabajando con la creencia de que un mundo mejor y más justo es posible, hemos desarrollado más de 1500 proyectos diferentes con la única intención de lograr mejorar, de alguna manera, la vida de las diferentes personas que se han acercado hasta ellos.

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