Durante décadas, la economía lineal ha sido el paradigma dominante en la producción y el consumo que consistía en un proceso lineal de «extraer, fabricar, usar y desechar», generando cantidades masivas de residuos y sobreexplotando y agotando los recursos naturales. En términos de la Teoría de Sistemas, funcionaba como uno totalmente abierto. Hasta que llegó el momento de replantearse este enfoque y la economía circular se presentó como una alternativa. En contraste con la linealidad, este modelo promueve la reutilización, reparación y el reciclaje de cara a maximizar la vida útil de los productos y minimizar la generación de residuos. De este modo la economía pasa a transformarse en un sistema cerrado. No obstante, en la actualidad ha surgido la noción de economía en espiral: este enfoque va más allá de la circularidad y busca no sólo minimizar el impacto negativo sino también regenerar y restaurar los recursos. La economía en espiral, por tanto, integra la producción y el consumo con los ciclos naturales, generando beneficios para el medio ambiente y la sociedad.
Pero esta evolución no ha sido totalmente gratuita y positiva ya que la transición entre estos modelos conlleva un coste de oportunidad significativo. La economía lineal, aunque puede ofrecer una gratificación inmediata, tiene un alto coste a largo plazo: agotamiento de recursos, degradación ambiental y acumulación de residuos. Por otro lado, la economía circular requiere inversiones y cambios estructurales, pero ofrece beneficios a largo plazo, como la reducción de la presión sobre los recursos naturales y la creación de empleos sostenibles. Sin embargo, el cambio hacia la economía en espiral presenta desafíos aún mayores. Requiere una reevaluación completa de nuestros sistemas económicos, demandando innovación tecnológica, políticas colaborativas y un cambio cultural profundo.
El coste de oportunidad de permanecer en la economía lineal se vuelve cada vez más alto a medida que los impactos ambientales y sociales se intensifican por lo que el cambio hacia modelos más circulares y, eventualmente, en espiral, es esencial para garantizar un futuro sostenible para las generaciones futuras. Así, la economía circular representa un paso crucial hacia la reducción del desperdicio, pero la economía en espiral lleva este enfoque más allá, centrándose en la restauración y la regeneración de los recursos.
Por tanto, no debemos perder de vista el cambio entre estos modelos económicos implica una inversión inicial y desafíos, pero, sin duda, los beneficios a largo plazo para el medio ambiente y la sociedad son incalculables.